Sin internet

Cuando mis padres salieron de la casa esta mañana yo estaba desayunando, Iraide no había llegado, faltaban quince para las seis. Estaba terminando mi cereal cuando mi mamá me dejó un beso marcado en la frente y mi papá dijo desde la puerta: ya eres grande, cuento contigo.

 

Tengo prohibido usar el celular en la mesa por cierto, pero como estaba sola y tenía algunos minutos, entré a Tik Tok antes de tomar una ducha y ponerme el uniforme. El bus del colegio me recoge a las seis y quince en la portería.

 

Y claro, adivinaste, se me hizo muy tarde, y por supuesto, me dejó el bus. No tuve más remedio que esperar a que Iraide llegara porque no tengo llaves del apartamento, y me senté en las bancas de la portería mientras veía desfilar a todos los niños del conjunto en ruta hacia el colegio.

 

Me quité el uniforme, prendí la televisión, y estaba por acostarme de nuevo cuando Iraide entró en mi habitación y me pasó el teléfono. Era mi mamá, estaba furiosa. Me pidió que repasara todas las materias, de todas formas, me quitaba el internet por el resto de la semana. Me voy a aburrir mucho mamá, le dije, y me respondió que podía leer toda la biblioteca si no tenía nada que hacer.

 

El problema es que la mayoría de mis cuadernos y libros están en el casillero del colegio, así que solo podía repasar Español. Me acosté de nuevo y no logré dormir. Me quedé en la cama más de una hora dando vueltas hasta que me cansé de mirar el techo y me levanté.

 

Iraide actuaba como si nada, limpiando la casa y preparando el almuerzo. Traté de conectarme al wi-fi de mi vecino pero mi mamá bloqueó por completo mi Iphone, no tenía ni siquiera acceso a los juegos, a las fotos, nada. El celular de Iraide es de los viejos, no es Smartphone, no tiene internet, no tiene nada. Y de todas formas tenía prohibido prestarlo.

 

A las nueve de la mañana me senté en el sofá, el sol entraba por la ventana, mis compañeras de colegio debían estar comiendo juntas en el recreo, chismoseando, rajando, planeando cosas. Yo en cambio estaba fatal, mirando el álbum de fotos por quinta vez, deseaba retroceder el reloj, ducharme a toda prisa y salir a tiempo para subirme al bus. Me voy a enloquecer de la aburrición.