Gente de mierda

Querido diario, hoy es un día triste, mi papá no ha llegado a recogerme y mi mamá sigue dormida. Ya son las cinco de la tarde, supongo que ya no viene, que se emborrachó anoche y  que sigue durmiendo, quizá bebiendo.

 

Mi mamá también sigue durmiendo, pero es diferente, porque ella se acuesta a las nueve de la mañana los domingos. Cuando llega a la casa me saluda de beso y se mete a la ducha inmediatamente.

 

Se da un baño rápido y siempre se lava el pelo, y mientras hace el desayuno se enrolla una toalla en la cabeza. Luego del chocolate, las arepas y los huevos, nos metemos juntas a la cama a ver dibujos animados, pero ella casi siempre se queda dormida al instante.

 

Mi papá prometió llevarme al parque de diversiones para montar en la rueda de Chicago, me dijo que desde arriba se puede ver el nevado. Pero parece que hoy tampoco viene, apuesto a que anda “enredado”, como dice él, con su novia grasosa.

 

Por suerte tengo a mi mamita, aunque en estos precisos momentos, huele a mierda. Mi mamá es “agente de limpieza y mantenimiento”. Entre semana trabaja donde los Rodríguez y viernes y sábado por las noches en la disco.

 

Es un trabajo muy duro, dice ella, pero le pagan bien y con esa plata me va a llevar a conocer el mar. A veces le toca servir bebidas en la barra. Descubrí que el olor a mierda provenía de las manos, así que le eché alcohol y le hice un manicure improvisado.

 

Cuando despertó, me contó que en la disco le había tocado una noche muy difícil. Un cliente muy borracho le había pedido descuento para una botella de whisky mientras reemplazaba la chica del bar. La trató mal, la insultó y la amenazó.

 

Como no le bastó con escupirle a la cara, se encerró en el baño y cagó en el lavamanos.