Es de no creer, yo misma estoy en shock, aunque me siento feliz, es que no es para menos, pero lo que nos acaba de pasar es simplemente alucinante, pero bien hecho, la vida es así, y como dicen las abuelas, Dios sabe cómo hace sus cosas.
Perdón, debo explicarte el contexto para que entiendas un poco, pero si estás ocupad@, tranquil@, sigue en tus redes sociales, perdiendo el tiempo con videos de gente linda y perfecta. Esa gente a la que nunca le pasa nada malo, o por lo menos, nunca lo muestran.
Fui a parar a Australia para las vacaciones de verano, yo no lo tenía planeado pero mi papá insistió, “para que la tía Migdonia te acomode esa adolescencia descarriada que estás perfeccionando”, me dijo antes de abordar.
Mi tía Migdonia me recibió con su esposo El Tósigo y con su primo Fabricio, quien acaba de divorciarse y no tenía dónde alojarse hasta que pudiera resolver su vida.
Durante la cena mi tía Migdonia anunció con gran entusiasmo: mañana viajamos hacia Karoonda, vamos a pernoctar en el desierto, no hay señal de celular, espero que te guste acampar. El primo Fabricio me guiñó un ojo, empieza tu terapia, dijo, y me sirvió un whisky.
Me contó toda su vida, nos amanecimos bebiendo, me cae bien. La primera noche en el desierto fue genial, la bóveda celeste es fascinante aquí. Bebimos mucho con el primo Fabricio, me cae bien.
El Tósigo tuvo que prestarle su chaqueta de cuero adorada, muy a su pesar, esa que le sirvió durante sus años en el ejército, ya que Fabricio había olvidado la suya en casa. Espero que no te vomites encima, le dijo.
Muy contrariado por el asunto de la chaqueta, El Tósigo al día siguiente apretó el acelerador y anduvimos como alma que lleva el diablo por la desolada carretera del desierto. Y de repente: ¡boom!, nos chocamos. ¡Atropellamos un canguro gigante en medio de la nada!
El primo Fabricio, desternillado de risa, se bajó de la camioneta y se quitó la chaqueta de cuero para ponérsela al canguro tirado en el asfalto. Rápido, saca la cámara y nos tomamos una foto. Antes de que pudiera sacar mi celular, el puto canguro se despertó y salió despavorido con la chaqueta del Tósigo puesta, ¡y con su billetera adentro!